Hacia una investigación biomédica real
05/02/2014Algo huele a podrido en el mundo de la investigación biomédica. Hace menos de dos meses, el Nobel Randy Schekman pedía el boicot para las grandes revistas como Nature o Science, por considerar que prima más el impacto de lo que se publica que la calidad de la investigación. Hoy es una de estas revistas, Nature, la que recoge un crítico artículo de dos investigadores que no necesitan carta de presentación: Francis S. Collins y Lawrence A. Tabak, los dos máximos dirigentes del organismo público que más dinero dedica a la investigación en todo el mundo, los todopoderosos Institutos Nacionales de la Salud (NIH) de EEUU.
No es la única publicación que pone sobre la mesa que las cosas han de cambiar en los laboratorios. La revista The Lancet dedica toda una serie de artículos al asunto, con el clarificador título: Investigación: incrementando el valor y reduciendo la basura. Por su parte, un editorial publicado en el último número del British Medical Journal apela a la debilidad de la medicina basada en la evidencia aunque, subraya y titula, es el mejor sistema del que se dispone en la actualidad.
Para Erik Cobo, profesor de Estadística de la Universitat Politècnica de Catalunya, se trata de un debate que lleva tiempo en marcha y que está motivado por un cambio de mentalidad, que ha hecho que se exijan resultados a los científicos con mucha más premura de lo que se hacía antes, lo que les lleva a centrarse en lo que define como variables subrrogadas o, en otras palabras, que no son las realmente determinantes.
Ahora basta con publicar
Collins y Tabak son críticos ya desde el inicio de su artículo, que comienza señalando la dificultad de los investigadores actuales para reproducir los hallazgos publicados por otros colegas. Esto, señalan los autores, no puede achacarse al fraude científico, del que solo registraron 12 casos en EEUU en 2011, según los últimos datos disponibles. Entonces ¿cuál es el problema? Para los dirigentes de los NIH, se trata de una multitud de factores, que merecen ser analizados en busca de una solución.
Cobo está de acuerdo con el diagnóstico y con la mayoría de las soluciones que proponen los estadounidenses. El problema con la investigación es global. "El objetivo ya no es "hacer ciencia", ahora basta con publicar", reflexiona y señala que no se valora tanto como antes el impacto que lo publicado tendrá a largo plazo.
El problema no afecta por igual a todas las categorías de la investigación. Los autores resaltan que el problema afecta menos a los ensayos clínicos, fase final de la investigación. Y Cobo coincide en que los ensayos clínicos hace más tiempo que están muy vigilados y se conocen mejor tanto sus riesgos de sesgo como las guías para su buena publicación.
Sin embargo, las cosas son muy distintas en la investigación preclínica, especialmente la que usa modelos animales. "Es lógico porque son más pioneros", señala el profesor de la UPC. Pero la realidad es que, como escriben los autores del artículo, con demasiada frecuencia, estudios que dan por buena una hipótesis significativa no consiguen ser reproducidos por otros expertos.
Las razones detrás de este hecho van más allá del menor interés de los científicos por otra cosa que no sea publicar. Según señala el artículo, existe un problema de formación. Por esta razón, Collins y Tabak explican que los NIH están desarrollando un módulo de enseñanza para mejor la reproductibilidad y transparencia de los hallazgos. Para Cobo, es precisamente en una mejor formación donde reside la solución al problema. "La gente se pone a investigar con gran formación en su especialidad pero sin ponerse al día en métodos científicos", comenta y cree que habría que fomentar tanto el espíritu crítico como el conocimiento en estadística y otras ciencias de interpretación de datos . "Que se escriban más cartas (y se publiquen) cuando un artículo no se pueda reproducir", señala.
El siguiente punto es el uso de las llamadas checklists, sistemas que obligan a los propios investigadores a evaluar si sus resultados serán reproducibles en un futuro. Los autores proponen que las personas encargadas de otorgar financiación se dediquen a fondo a este asunto. Esas listas o guías, como CONSORT son ya muy utilizadas en la investigación en ensayos clínicos.
La tercera acción que proponen los líderes de los NIH se basa en favorecer una mayor transparencia de los datos de los investigadores. Se trata de mejorar el acceso y fomentar los comentarios críticos a los datos disponibles.
El artículo concluye apelando a la responsabilidad de todos los actores implicados en el asunto y felicitándose por la implicación por las medidas de ciertas revistas, incluyendo la que recoge su articulo.
Nature Publishing Group derogó las restricciones en el apartado de métodos para asegurarse de que los autores de los estudios detallan los detalles metodológicos clave, entre otras medidas. También lo ha hecho Science, entre otras revistas.
"Yo creo que las cosas van a cambiar; se han implicado las revistas, las agencias reguladoras, los que dan dinero para investigar... El problema es a qué velocidad", concluye por su parte Cobo
Fuente: El Mundo