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Los hombres con cáncer de próstata tienen niveles más bajos de melatonina, la hormona inductora del sueño, que la población sin cáncer

Los hombres con cáncer de próstata tienen niveles más bajos de melatonina, la hormona inductora del sueño, que la población sin cáncer

Esta hormona regula los ciclos circadianos, se produce en ausencia de luminosidad y está ligada al ciclo luz-oscuridad

Una investigación liderada por investigadores de la Universidad de Granada (UGR), pertenecientes al grupo de investigación de Medicina Preventiva y Salud Pública del Instituto de Investigación Biosanitaria de Granada (ibs.GRANADA), ha revelado que los hombres que padecen cáncer de próstata tienen niveles inferiores de melatonina, la hormona inductora del sueño, que los  varones sin cáncer, independientemente de la sintomatología urinaria, la extensión y la agresividad del tumor que padezcan.

Este trabajo se enmarca en el estudio CAPLIFE (cáncer de próstata y estilos de vida), cuya investigadora principal es la profesora Rocío Olmedo Requena, del Departamento de Medicina Preventiva y Salud Pública de la Universidad de Granada, y ha sido publicado en la revista Journal of Urology. Forma parte de los resultados de la tesis doctoral de Macarena Lozano Lorca, dirigida por los profesores Jiménez-Moleón y Olmedo-Requena.

Como explica Rocío Olmedo, “los ciclos circadianos regulan gran parte de las funciones de nuestro organismo, duran aproximadamente 24 horas y están regulados por los niveles de melatonina. Esta hormona se produce en ausencia de luminosidad, y está ligada al ciclo luz-oscuridad”.

Sus niveles máximos se alcanzan durante la noche, aunque su producción está condicionada por la edad y puede verse afectada por la estación del año (menores niveles en edades avanzadas y durante los meses de primavera-verano). La contaminación lumínica también puede afectar los niveles de melatonina, incluyendo el uso de dispositivos electrónicos durante la noche. La International Agency for Research on Cancer clasifica el trabajo en turno de noche como carcinógeno probable, y la melatonina puede ser uno de los factores que puedan estar en la base de esta asociación.

A pesar de que pasamos un tercio de nuestra vida durmiendo, hasta la fecha se ha prestado poca atención a este hábito de vida y su relación con la salud. El estudio del sueño puede realizarse desde múltiples abordajes (duración y calidad del sueño, turno de trabajo incluyendo el trabajo nocturno o rotatorio, nivel de contaminación lumínica existente, etc.), aunque la medición más objetiva es a través del análisis del ritmo circadiano a partir de los niveles de melatonina en diferentes puntos del día.

Para analizar por primera vez la relación entre niveles de melatonina y cáncer de próstata, en este trabajo se recogieron seis muestras de saliva por participante a lo largo de un periodo de 24 horas, en 40 sujetos recién diagnosticados de cáncer de próstata y 41 varones sin esta patología. Esto permitió conocer los niveles de melatonina en cada uno de los puntos, su amplitud (definida por el pico máximo de producción), así como la acrofase (hora a la que se produce el pico máximo de producción).

Un pico de melatonina inferior

Los científicos observaron que en sujetos con cáncer de próstata los niveles de melatonina eran sistemáticamente inferiores a los de varones sin esta patología con independencia de la edad, estación del año, clínica asociada al cáncer de próstata y el grado de progresión de la enfermedad. Además, la hora en la que se producía era más tardía. Concluyendo que, en la muestra estudiada, los niveles de melatonina en hombres con cáncer de próstata, independientemente de la sintomatología urinaria, la extensión y la agresividad del tumor, fueron siempre inferiores a los de varones sin esta patología.

Esta investigación se ha realizado en el seno del Instituto ibs.GRANADA gracias al trabajo colaborativo  entre investigadores de la Universidad de Granada, el Instituto Internacional de Melatonina, los Servicios de Urología del Hospital Universitario Virgen de las Nieves y el Hospital Universitario Clínico San Cecilio, la Escuela Andaluza de Salud Pública y el Distrito Sanitario Granada-Metropolitano. Siendo, además, parte de los autores de este artículo miembros del CIBER de Fragilidad y Envejecimiento Saludable (CIBERFES) y del CIBER de Epidemiología y Salud Pública (CIBERESP).